sábado, 31 de agosto de 2013

[Traveseando] - Subir, bajar y otros sueños más / Ricardo Zelarayán


(El bordado pertenece a Guillermina Baiguiera)


El agua puede bajar por una escalera pero no puede subir, lo mismo que la pelota.
La hormiga no sólo puede subir y bajar, por una escalera y por todas partes, e incluso caminar cabeza abajo.
La mosca camina poco, pero puede posarse tranquilamente en cualquier lugar, cabeza abajo o no. En el techo, por ejemplo, como el mosquito.
El gato se sube por los árboles y las paredes, pero hasta ahora nadie ha visto nunca caminar a un gato cabeza abajo por el techo.
A las cosas y a muchos bichos hay que subirlos porque se pueden caer desde cualquier parte que no sea el suelo, aunque también pueden caerse en el suelo. No hay que confundir el piso con el suelo (las plantas crecen en el suelo, no en el piso. O en un pedazo de suelo -maceta- instalado artificialmente sobre el piso). Además, puede haber un subsuelo, que sería mejor llamar subpiso
Y como no todo es caer, hay que caer en la cuenta, de que, por ejemplo:
El loro aprende a hablar cuando no lo dejan volar.


Los gatos odian el agua pero adoran los pescaditos.


Los murciélagos son los únicos ratones que vuelan y no les gusta el queso.


Pero cuando uno sueña se da el gusto de caminar no sólo por el techo sino también por el cielo -el techo del mundo-, que además puede comerse porque es azul y dulce. Y uno puede bañarse en las nubes con la lluvia que caerá mañana, aquí o en otra parte, y después caer directamente como una gota o una pelota o deslizarse suavemente como un pájaro sobre las hojas de los árboles.
Y, aunque sueñe que soy un murciélago, me sigue gustando el queso. Y puedo soñar que soy un gato sumergiéndose en el río para hacerles cosquillas a las mojarritas y algo más...

Y como hay sueños rosados y negros, en mis negras pesadillas sueño que soy una lenta polilla que dos manos enormes tratan de aplastar.
A veces, muerto de susto, sueño que soy un piano de cola que cae desde el piso 22...
Felizmente, al tocar el suelo, el piano rebota musicalmente, sube y vuelve a caer como una pelota e incluso puede subir por la escalera... hasta que me despierto.
Otras veces, sueño que soy un acordeón que rueda feliz por una pendiente interminable, sonando siempre.
Subir y bajar, soñar y sonar. Hay sueños sin eñe y sonidos con eñe. 


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La primer edición de este texto fue: Traveseando, Colección La manzana roja, Editorial Kapelusz, Buenos Aires, 1984.


Para esta transcripción se ha seguido la incluida en Ahora o nunca. Poesía reunida. 1ª edición. Editorial Argonauta. Buenos Aires:2009. Pp. 75-92 y la de Eloísa Cartonera en su Colección Nueva narrativa y poesía Sudaca Border. Buenos Aires:2010.

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