lunes, 1 de julio de 2013

Dos poemas de "Tierra amanecida" (1926) / Carlos Mastronardi


Rincón

Con manos extranjeras
recojo en tierras lueñes mi usado corazón.
Un rotoso muñeco es el ayer.
Y están los viejos días colgando de mi voz.

Lenta loma flamante de gramillas
y amansada de soles y venteos.
La primeriza luz se estrena en ella,
juega como una infancia por los cercos.

Yo la supe sabrosa de imprevistos,
y anduve el recoleto caserío.
Le fui legando meses a los muros
y herbazales. La dicha fue conmigo.

Rincón cuyo silencio tutela los destinos.
Las casonas durmientes rezan humo cansado.
Parroquiales relojes suman noche,
y un grillito desvela todo el campo...

Están sus viejos días pendientes de mi voz.
Las horas me circulan como pulsada sangre.
Buscaré su ternura
para escuchar este secreto oleaje.

Ya no busco senderos, los aguardo.
Volverá mi abandono a su cariño,
y asomado a sus tardes lograré mi aventura.
Quedar es la riqueza de ganar un camino.

_______

Versos donde aparece una alegría

Albor primero vino a despertarme.
La mañana mansita entró a mi pieza.
Aquí está reluciente y conmovida
como una absolución, el alma intensa.

Añejas devociones voy cruzando.
Oran por mí las santas arboledas.
Nuevo como quien viene de un cariño
desando mi existencia y mis callejas.

Crece como una luna mi silencio...
Los minutos más viejos están cerca.
Asoma mi niñez sobre las tapias...
¿A quién le pido un canto en la hora espléndida?


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