miércoles, 27 de marzo de 2013

El gran Capitan / Daniel Durand



El tren estaba manquiado,
ya se quedó en el ferry,
tuvimos que esperar 3 horas
para que enganchen los vagones.
Llegando a Carbó
se quedó en el medio del campo,
había que esperar una locomotora nueva,
eran como las siete de la mañana y el guarda dijo
que no seguiríamos viaje hasta las doce
por lo menos.
Como a las nueve de la mañana
bajamos los primeros y pisamos los pastos escarchados,
de a poco se fue armando la fiesta,
los chicos bajamos a caminar un poco,
al rato nomás sabíamos nuestros nombres
y jugábamos a la pelota.
Muchas mujeres tendieron mantas o manteles en el pasto,
Armaron un desayuno con pollos y galletitas,
así fue que pasamos un día hermoso de campo inesperado.
Cuando nos fuimos
el tren dejó 14 montañas altas de soretes
en el medio de la vía,
exactamente dos cada 22 metros,
justo abajo del baño
de cada uno de los siete vagones de pasajero que tenía el tren completo.
Los vagones del tren General Urquiza
tenían dos baños cada uno,
uno en cada punto,
uno para damas y otro para caballeros,
las montañas de soretes que quedaron
debajo de los baños de los hombres
eran negras y compactas,
con poco papel higiénico, más empinadas;
las montañas de caca de las mujeres eran más achatadas,
de base más grande, de color marrón claro
y con mucho más papel higiénico y algodones blancos.
De lejos cuando el tren continuó el viaje
se vieron nítidamente las diferencian en una curva
que permitió ver las montañas por la ventanilla,
las montañas triangulares y negruzcas de los hombres
y las marrones achatadas y blancas de las mujeres.
Los hombres cagan más
pero las mujeres los emparejan con algodones
y con todas las cagadas de los niños.

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De "Segovía" En El estado y él se amaron (2006), Editorial Mansalva, 1ª ed., Buenos Aires:2006


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