El tren estaba
manquiado,
ya se quedó en el
ferry,
tuvimos que esperar 3
horas
para que enganchen los
vagones.
Llegando a Carbó
se quedó en el medio
del campo,
había que esperar una
locomotora nueva,
eran como las siete de
la mañana y el guarda dijo
que no seguiríamos
viaje hasta las doce
por lo menos.
Como a las nueve de la
mañana
bajamos los primeros y
pisamos los pastos escarchados,
de a poco se fue
armando la fiesta,
los chicos bajamos a
caminar un poco,
al rato nomás sabíamos
nuestros nombres
y jugábamos a la
pelota.
Muchas mujeres
tendieron mantas o manteles en el pasto,
Armaron un desayuno con
pollos y galletitas,
así fue que pasamos un
día hermoso de campo inesperado.
Cuando nos fuimos
el tren dejó 14
montañas altas de soretes
en el medio de la vía,
exactamente dos cada 22
metros,
justo abajo del baño
de cada uno de los
siete vagones de pasajero que tenía el tren completo.
Los vagones del tren
General Urquiza
tenían dos baños cada
uno,
uno en cada punto,
uno para damas y otro
para caballeros,
las montañas de soretes
que quedaron
debajo de los baños de
los hombres
eran negras y
compactas,
con poco papel
higiénico, más empinadas;
las montañas de caca de
las mujeres eran más achatadas,
de base más grande, de
color marrón claro
y con mucho más papel
higiénico y algodones blancos.
De lejos cuando el tren
continuó el viaje
se vieron nítidamente
las diferencian en una curva
que permitió ver las
montañas por la ventanilla,
las montañas
triangulares y negruzcas de los hombres
y las marrones
achatadas y blancas de las mujeres.
Los hombres cagan más
pero las mujeres los
emparejan con algodones
y con todas las cagadas
de los niños.
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De "Segovía" En El estado y él se amaron (2006), Editorial Mansalva, 1ª ed., Buenos Aires:2006
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